miércoles, 6 de marzo de 2013

De las diversas maneras de borrachos


En el Libro Cuarto de la Historia general de las cosas de Nueva España, Sahagún analiza los días de acuerdo a las trecenas del tonalpohualli, el calendario ritual o adivinatorio que se usó en Mesoamérica durante muchos siglos y que corría a la par del calendario solar de 365 días. En los capítulos III y IV hace una especie de tipología de los borrachos, sobre todo a partir de los desgraciados que nacían bajo el signo del conejo (tochtli), asociado precisamente con los bebedores de uitztli (pulque, aunque Sahagún lo llama vino) y a sus diferentes maneras de comportarse bajo el efecto de la bebida. Y aunque en apariencia se refiere a ellos de forma un tanto antropológica, asombra ver la actualidad de las descripciones ante los escenarios que hoy podemos encontrar cotidianamente y en casi cualquier parte del mundo:

«[…] algunos borrachos, por razón del signo en que nacieron, el vino no les es perjudicial o contrario; en emborrachándose luego cáense dormidos o pónense cabizbajos, asentados y recogidos, ninguna travesura hacen ni dicen; y otros borrachos comienzan a llorar tristemente y a sollozar, y córrenles las lágrimas por los ojos, como arroyos de agua; y otros borrachos luego comienzan a cantar, y no quieren parlar ni oír cosas de burlas, mas solamente reciben consolación en cantar; y otros borrachos no cantan, sino luego comienzan a parlar y a hablar consigo mismos, o a infamar a otros y decir desvergüenzas contra otros; y a entonarse, y decirse unos de los principales, honrados, y menosprecian a otros y dicen afrentosas palabras, y álzanse, y mueven la cabeza diciendo ser ricos y reprendiendo a otros de pobreza, y estimándose mucho, como soberbios y rebeldes en sus palabras, y hablando recia y ásperamente moviendo las piernas y dando coces; y cuando están en su juicio, son como mudos y temen a todos, y son temerosos, y excúsanse con decir, “estaba borracho, y no sé lo que me dije, estaba tomado del vino”. Y otros borrachos sospechan mal, hácense sospechosos y mal acondicionados y entienden las cosas al revés y levantan falsos testimonios a sus mujeres, diciendo que son malas mujeres, y luego comienzan a enojarse con cualquiera que habla a su mujer, etc.; y si alguno habla, piensa que murmura de él; y si alguno ríe, piensa que se ríe de él, y así riñe con todos sin razón y sin porqué. Esto hacen por estar trastornados del vino.

»Y si es mujer la que se emborracha, luego se cae asentada en el suelo, encogidas las piernas, y algunas veces extiende las piernas en ese suelo; y si está muy borracha, desgréñase los cabellos, y así está toda descabellada y duérmese, revueltos todos los cabellos, etc.

»Todas estas maneras de borrachos ya dichas decían que aquel borracho era su conejo, o la condición de su borrachez, o el demonio que en él entraba. Si algún borracho se despeñó o se mató, decían “aconejose”; y porque el vino es de diversas maneras y hace borrachos de diversas maneras le llaman centzontotochtin, que son “400 conejos”, como si dijesen que hacen infinitas maneras de borrachos […]».


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Imagen: Borracho y borracha, Códice Mendocino