lunes, 18 de enero de 2010

Un voto por el simio (NO) te hará más mono


Honorables ciudadanos de la Tierra:

Los he convocado en este día siniestro para hacerlos partícipes de un sueño. Porque déjenme decirles que he tenido un sueño. Un sueño loquísimo en donde se aparece (cierto, aún dibujado toscamente con carboncillo) un nuevo y resplandeciente mañana en el que las cosas, aunque siempre pueden ser peores de como lo han sido hasta hoy, algo que la realidad se empeña en demostrar brutalmente a diario y en todas partes del mundo, también podrían ser menos malas, aunque sea un poco, unas migajitas, digamos.

Les cuento: Revista de letras, publicación española enfocada en la literatura y su entorno, ha tenido la desquiciada idea de nombrar a este humilde blog como uno de los cinco flamantes finalistas del Premio Revista de Letras en la categoría de Mejores Blogs de Creación Literaria.

¿Y eso a mí qué? Dirán algunos de ustedes con razones de sobra, porque seamos sinceros, si acaso este mono, agradecido ya con la nominación, lograra hacerse de la victoria, sólo podría prometer que la vida seguirá su curso sin mayores sobresaltos: No aumentará su sueldo, No vivirán con más holgura, No tendrán un trabajo mejor remunerado, No amarán ni serán más amados por su pareja (y los que sean solteros, No encontrarán pareja), No tendrán las vacaciones que siempre han soñado, y, definitivamente, No resultarán ganadores de ninguna lotería en la que depositen sus más absurdas esperanzas.

Sin embargo, ínclitos ciudadanos, lo que sí puedo asegurarles, incluso con un puñetazo en la mesa, es que si su razón y buen entendimiento los hace otorgarme su voto, contribuirán a que las palabras que suelto en este espacio, tal como otros sueltan terribles virus y enfermedades en diversas partes del planeta, lleguen a más incautos de la web, quienes, una vez caídos aquí, se agitarán presas del pánico en la sutil telaraña que he tendido por todas partes.

Y si así no lo hiciera, que el pueblo me lo demande, a sangre y fuego, si acaso lo considera necesario.

He dicho.

Muchas gracias por su apoyo.

sábado, 9 de enero de 2010

Tirenio

De entre todos los animales acuáticos, sin duda alguna el tirenio es el más hermoso y fatal de todos, ya que su figura casi traslúcida es imperceptible a primera vista, a menos de que un observador paciente se ponga a escudriñar las aguas en las así llamadas “tardes rojas”, dado que por un curioso efecto de la luz moribunda del sol, es posible contemplar en sus contornos un matiz fluorescente, como si dentro de las aguas se deslizara un grácil anuncio de neón.

Los tirenios no se compadecen de nadie, pues una vez que han puesto el ojo en el animal que les servirá de alimento, lo envuelven en un tejido de extraños cánticos, los cuales dieron pie a un sinnúmero de leyendas antiguas, y una vez que su presa queda hipnotizada, comienzan por devorarle el cráneo, sobre todo en las zonas que albergan la imaginación y los sueños, con lo que lo último que visualizan las desdichadas víctimas antes de fenecer es al propio tirenio como si estuviera realizando alguna exquisita labor amorosa. Sin embargo, por alguna razón que los científicos confiesan ser incapaces de comprender, lo anterior sólo es puesto en práctica por los machos, ya que las hembras ejercitan una atroz indiferencia después de los cánticos, con lo que la presa, invadida por el más absurdo amor, comienza a abrirse desesperadamente el pecho, y así a las tirenias sólo les resta comerle el corazón con suma delicadeza. Y pese a esta pequeña diferencia, ambos coinciden en su costumbre de abandonar el cadáver casi intacto al apetito de las megeracas, las culertijas y otros tantos animales de rapiña.

Se sabe que los tirenios nacen cuando la primavera muestra sus primeros signos de madurez, y que durante su escalofriante y tempestuoso rito de apareamiento las hembras braman como los toros comunes y corrientes, con lo que simbólicamente han quedado asociados en diversas culturas. Hasta el momento los estudiosos no han conseguido ponerse de acuerdo en el tema de su longevidad, ya que los pocos desgraciados que han conseguido observar frente a frente su bello y letal rostro, son incapaces, no digamos ya de reconocer los signos de la edad de estas magníficas bestias, sino incluso de recobrar algún atisbo de inteligencia.