martes, 13 de julio de 2010

Melancondrio



Quizá la característica más peculiar de este animal de sangre fría, es la incesante capacidad para odiar todo aquello que más admira, ya que sus limitaciones mentales han hecho de él un ser profundamente resentido contra la naturaleza. Esta notable ambivalencia la padece especialmente con relación a los itxangos, los cuales lo maravillan e irritan en igual medida por el desenfado con el que, desde la comodidad de los árboles, eructan, chillan, comen, defecan o incluso practican el onanismo, sin mostrar interés alguno por lo que sucede en el suelo, que es donde los melancondrios pasan toda su vida.

Los ejemplares de esta especie suelen vivir en las madrigueras paternas hasta bien entrada la madurez, y no conformes con ello, consagran el día a la pereza o a discurrir fanfarronamente por los alrededores, con lo que los padres, instigados por una lenta pero inexorable morriña, se pasan la vejez añorando una mudanza hacia lejanas tierras, aunque dejar sin cobijo a sus descendientes siempre les impide dar el primer paso, de suerte que mueren cerca de la madriguera y sirven de alimento para sus vástagos por algunos días.

Cuando los melancondrios son aquejados por la sed, emprenden un extraño rito, ya que prefieren acudir a depósitos de aguas tranquilas para contemplar exhaustivamente su reflejo con actitudes muy semejantes a las de los seres humanos, por lo que muchos estudiosos los han relacionado con personajes antiguos que se enamoran fatalmente de sí mismos. La paradoja es que los melancondrios sufren lo indecible cuando tratan de aparearse, y entonces, acaso sugestionados por las costumbres libertinas de los itxangos, practican un onanismo desenfrenado que los mantiene de pésimo humor durante los meses de más calor.

Se desconoce su lugar de origen debido a que en diversas culturas aparentemente inconexas, existen relatos que se refieren a los melancondrios y a la metamorfosis que sufre su apariencia según la distancia a la que se les mire, ya que de lejos parecen muy semejantes a cierta clase de primates, mientras que de cerca se advierten a la perfección sus lazos de parentesco con los reptiles.

2 comentarios:

La balita dijo...

Hola Víctor:
paso por aquí y sigo admirada de lo buen escritor que eres. Un Abrazo.

Víctor Sampayo dijo...

Me dejas sin palabras y con mucho sonrojo, Balita querida. Un abrazo fuerte.