sábado, 25 de octubre de 2008

"Ceguera" o de lo literal



Es difícil –y casi siempre innecesario– comparar dos lenguajes artísticos distintos como son la literatura y el cine, aun cuando ambos se enfocan en mayor o menor medida en la descripción de una situación o un escenario. Ahora bien, lo anterior resulta inevitable cuando se trata de llevar a la pantalla Ensayo sobre la ceguera, muy conocida (y venerada) novela de José Saramago. Y es que la película de Fernando Meirelles es buena si uno la imagina como primera revelación para las personas que aún no han leído el libro: la fotografía, el ambiente blanquecino, inquietante, que se ve en cada cambio de encuadre, y la acertada musicalización, dan una idea bastante cercana a esa sensación de incertidumbre que permea durante toda la novela. Ni qué hablar de los escenarios en los que transcurre la historia; exactos para mi gusto.
La película es buena, repito, pero buena a secas. Es decir, creo que no logra transmitir el angustioso vértigo que se va acumulando a la manera de las bolas de nieve, y que tiene su culminación con la muerte de los "malosos" en el incendio del hospital. Las dos horas que dura la película no dan para tanto. Incluso me pareció un poco, cómo decirlo, presurosa. Con una especie de "ansia inexplicable" por llegar al final. Por supuesto, esto no es culpa del cine como medio, cuyas herramientas se pueden aprovechar perfectamente para lograr que dicho vértigo sea semejante al que produce el libro. Pero entonces, ¿cuál es la razón de su resultado apenas por encima de lo mediocre, de ese "buena a secas"? Quizá sea algo que se suele criticar tanto a favor como en contra: la transcripción concienzuda de un lenguaje a otro. Meirelles fue demasiado literal en la adaptación: el mismo principio, la misma cronología, el mismo final que aparecen en la novela de Saramago. Una lectura febril del libro dura entre tres y cuatro días. Así que ni siquiera es necesario explicar el previsible fracaso de una adaptación tan literal. No se alcanzan a sentir los límites del asco y la suciedad humana en los que se hunden los personajes durante el encierro. La brutalidad de la maldad ciega (escasamente interpretada por Gael García Bernal, cuya maldad es más bien bufonesca) se queda sólo en estado latente, como un tufillo que se percibe durante una caminata. Las relaciones entre los personajes principales apenas se sugieren en la película, que sobre todo se enfoca en el doctor (Mark Ruffalo) y su esposa (Julianne Moore).
En la novela, en cambio, no existe tregua. Es casi como si Saramago hubiera querido poner a prueba los límites morales y sensoriales del lector. En la película, me da la impresión de que Meirelles estaba demasiado preocupado en que pareciera una película del libro de Saramago, antes que una relectura hecha por él mismo. Cosa que curiosamente no le sucedió con la adaptación de la novela de Paulo Lins (Ciudad de Dios), cuyo resultado, desde mi perspectiva, fue más fresco y fulgurante, equiparable sin duda a la misma novela. Acaso la sombra de Saramago pesó de manera fatal en su albedrío como director.
En fin, ya lo dije antes, es algo que se ha criticado a favor y en contra. No faltará quien diga que retrató muy bien el espíritu del libro, merced a la literalidad de su adaptación; y tampoco faltará quien la despedace por su estéril atrevimiento.
Para la novela de Saramago esto no tiene la menor importancia. Al contrario, es sólo otra forma de difusión, de la cual, por cierto, hace mucho que no necesita.

* Imagen: escena de la película Blindness (2008), dirigida por Fernando Meirelles.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

La lectura y la ceguera literal, no pueden ser más que fatales consecuencias cinematográficas del ensayo de la ceguera; al momento de su lectura era indivisible este sentimiento cinemático, es mas, era indispensable.

No he visto la película, pero debe haber un grado de valentía al cual le otorgo un grado de respeto para la realización de la misma. Espero blindness sea una luz en estos días aciagos.

Saludos.

Gustavo López dijo...

En 2001, le dije a un vecino angustiado por sus ahorros que la crisis económica de Argentina me hacía acordar a algunas escenas puntuales del final de Ensayo sobre la ceguera, las referidas a los bancos. Hoy leo en Cuaderno de Saramago que su esposa, Pilar, dice: Desde mi punto de vista, el libro anticipa los efectos de la crisis que estamos sufriendo. Las personas, desesperadas, corriendo por Wall Street, de banco en banco antes de que el dinero se acabe [...]
Coincido con Andrés: al momento de leer la novela yo pensaba fatalmente en una versión hollywoodense. Nos queda el consuelo de que siempre podría haber sido peor.

Víctor Sampayo dijo...

Acabo de leer la entrada que citas del blog de Saramago y me llama la atención que, curiosamente, él evita por todos los medios hacer algún juicio (bueno o malo) de la película de Meirelles. No sé si se vacunó o es simple diplomacia.
Gracias por el enlace, G, y sí: pudo haber sido mucho, muchísimo peor.

Do the Doo dah dijo...

Hay ciertas cosas en un libro que una película simplemente no puede transmitir. Los puristas de la literatura suelen decir siempre que una película jamás le llegará al libro... pero como yo no soy purista ni me acerco a serlo, soy de los que más bien creen son dos artes muy distintos que pueden llegarte a distintos puntos de distintas maneras, o simplemente no llegarte en los mismos.


Pero bueno, mi sermón de la semana. Estuvo buena la exposición hasta eso (jojo)

Gio Yakún dijo...

Aún no he visto la peli, y espero sí verla, pero el libro fue una verdadera revelación.

Ahora bien, los autores y sus libros se leen en varios niveles. Algunos se leen por la trama (Los Tres Mosqueteros), algunos otros, por el reto intelectual (Borges), otros, por su narrativa (Auster, Cortázar), unos más, por el desarrollo de personajes (Marías) y por supuesto, por sus atmósferas, donde yo sitúo a Saramago.

Con el cine a veces hace falta acercarse sin la carga del libro para poder juzgar la película. Pero ese mismo ejercicio debe hacerlo el director y acaso también el guionista. Alejarse de la fuente da perspectiva y una adaptación "literal", al final, no aporta nada.

Excelente reseña, by the way!

Gio.

La ninfa dijo...

En la novela no existe tregua, bien dicho Rey Mono.

Alex dijo...

Hola Victor. Muy buena reseña, muy útil para orientar tanto a quienes han leído el libro, como quienes (en mi caso), no lo han hecho. Felicidades por el blog, y claro,...veré pronto el filme. Saludos!!

Alexia Lefebvre dijo...

No quiero ver la película, adoré demasiado el libro. Aunque concuerdo contigo, es una excelente promoción y si comparas con todas las películas que carecen de guión por estos días, al menos Meirelles parte de un buen texto. Saludos!

Fernanda Ibarrola / Dikua Jewelry dijo...

ya..tendré que ver la película, he libro no me he atrevido..la ceguera me asusta mucho.

no quiero ni imaginar lo que puede ser.