miércoles, 15 de julio de 2009

El soundtrack de un viaje

Durante los viajes son ineludibles ciertas imágenes pertenecientes al lugar del que se ha partido. Eso por supuesto guarda una estrecha relación con las circunstancias previas al emprendimiento de dicho viaje: placer, negocios, huidas, comenzar una nueva vida, etcétera. Sin embargo es también frecuente la asociación entre un viaje y cierta música o incluso cierta canción. Todo el Ok Computer, de Radiohead, se incrustó en un par de años de mi vida con tal intensidad, que ya me era imposible recordar ciertas cosas ocurridas en aquellos tiempos sin que tuvieran a "Airbag" o "Exit" como música de fondo. Después de una extraña aventura por el desierto de San Luis Potosí, ese que se abre desde Estación Catorce hasta el infinito, ya no pude quitar el Anime Salve, de Fabrizio de André, de las evocaciones de aquella fulgurante caminata; y cuando salí de México hacia tierras en las que rara vez se hablaba el español, se me fue quedando de forma involuntaria, sobre todo una melodía de Yendo al cine solo, de José Manuel Aguilera. Lo curioso era que en cuanto pensaba en ese concepto abstracto que es “México”, de inmediato surgían las notas de “Como si fuera tolteca”:



Y así sucedió que mientras caminaba por las gélidas calles de Munich, mi mente comenzaba a reproducir la rola automáticamente, y justo antes de dormir en aquella Florencia llena de implacables vientos, allí estaba también el sonido, y mientras cruzaba un mar nocturno con rumbo a Igoumenitsa, también aparecía de la nada la canción número cinco del disco. No eran tan populares los iPod en ese entonces, y nunca me sentí cómodo cargando los horrendos Discman, así que sobra decir que la canción se fue tiñendo con los colores pardos de la nostalgia, del terruño que, se quiera o no, siempre espera nuestro regreso. Ya se sabe: una de esas trampas que suele tender la memoria.
Justo he terminado de escribir lo anterior y me pongo a pensar en el soundtrack de ciertos libros (como la obsesión que tuve con la sinfonía inconclusa de Schubert mientras pasaba las páginas de Rojo y negro), pero supongo que eso sería materia para otra entrada.

5 comentarios:

Ernesto Cazal dijo...

Es cierto: hay veces en que se impone un soundtrack, y no te deja en paz hasta el siguiente camino. Y se van conformando mixes que tal vez se oxidan con el tiempo, tal vez se ponen como el vino.

DIBOUK dijo...

a veces ni falta hacen los aparatitos esos, con el soundrack interno es más que suficiente.

Gustavo López dijo...

En la vida real, comparto con el director de cine la opinión respecto a la música de las películas: No me gusta la música en las películas. Detesto ver a un hombre solo en el desierto, muriéndose de sed, con la orquesta de Filadelfia detrás de él.

John Ford en Enciclopedia de las bandas sonoras, de C. Xalarbarder.

Rodrigo dijo...

Uy que buena rola! Hay otra de ese mismo disco que me late un buen, y que segun yo, seria soundtrack para manejar en carreteras, seguro que la conoces: Asa Nisa Masa

Gio Yakún dijo...

Es evocador el título, your Majesty. Toda acción memorable nuestra tiene "soundtrack" (y se me ocurre que aquellos episodios de nuestra vida sin música de fondo, transcurren como en las películas de cine de arte).

Me has hecho recordar mis propios soundtracks, para viajes y para libros, que hacen de la experiencia un recuerdo imborrable.

Enhorabuena!

Gio.