A los cambios de viento se les mira siempre con recelo
Y con toda razón:
son heraldos de catástrofes mundanas
Los miedos se revuelven
llenos de miedo
y levantan el vuelo a la menor señal de movimiento
Y así tus pasos, mujer
fundados en inciertas esperanzas
impávidos
desdeñando la ostentación de las mareas
como si de insomnes zumbidos se tratara
y es que pasabas un pie tras otro
sobre apenas un hilito de luz
Eran tiempos sin nubes en los ojos
Apaciguados los contornos que rasguñan la mirada
era posible enumerar los senderos
que serpeaban bajo la palma de la mano
En tu boca jugaban las mariposas como sonrisas
sin necesidad de posarse en ninguna flor
Las ensoñaciones llovían en tu lecho de equilibrista
y por doquier brotaban anhelos relucientes
como barcos que atravesaran el cielo
Y entonces bastaba una palabra
magma que poco a poco se petrifica
y los días me mostraban
su eterno revés de telarañas
Un dibujo incoloro:
la mueca trágica de un falso deseo de distancia
las repugnantes soledades nocturnas
repetitivas como horas
dejando viscosas estelas en los caminos
¿Cuántas veces el lago se rompió en mil cielos?
La penumbra se miraba los pies
siempre con lentitud
como queriendo saborear los minutos
y escupir después el hueso con desdén
Y en el frío racional de aquel peñasco elegido
¿se veían rebotar los ecos moribundos?
¿Tenían memoria y sonrisa las sangrantes despedidas del sol?
El aliento, teñido de voz
elevó sus fervores
y entonces el aire azul se trocó en torpe canto
en desaliñada estridencia que roía
con irritante lentitud
los bloques últimos de tus palabras
¿Cuántas veces quise devorar tu sombra derramada en las calles?
Así atisbaba entre tus miradas perdidas
y buscaba reflejarme en las mismas ventanas
si bien remotamente
para no enredarme entre la música invisible
Quería encontrarte inesperadamente
como los pájaros encuentran la muerte en los cristales
Habría ensayado la sonrisa accidental
la farsa que todo lo calla y todo lo dice
con mis manos aleteando a lo largo de tu silueta
y la nariz hinchada en busca del verdor
La provocación de la risa fácil
cantarina y huera como el agua del vaso
Los minutos deambulaban en fila
con sus pequeñas sombras arrastrando por las aceras
¿Cómo hacen para no detenerse nunca?
¿Acaso existe una madriguera donde acumulen el tiempo
previniendo los inviernos difíciles?
Arrojé la mirada a la distancia
una piedra siempre seca por dentro
y se hundió a los pies de un día que coloreaba monedas en el suelo
Aún de espaldas leí sus signos
y fue como si escudriñara entre los cabellos del destino
porque las palabras se resistían y mostraban los dientes
acaso temerosas de su propio sentido
Entreví las futuras agonías
las jornadas de rojo vino en que recorreríamos los desiertos de la piel
Te vislumbré a ti, mujer
haciendo muda simetría de mis pasos
estirando cada tanto el mismo brazo
barriendo con los ojos el mismo papel…
4 comentarios:
Alguien me explicó en una ocasión en que definir poesía era una tarea tan absurda como imposible.
De ordinario se parte de las rimas, se juega con las normas estilísticas y, más recientemente, se le cataloga como "textos libres de gramática".
Ninguna definición será satisfactoria, pero es impresionante reconocerla cuando se la topa uno de frente.
Gracias por compartirnos a su mujer, la que trae consigo los nubarrones para los ojos...
George.
Bueno, pues te agradezco el entusiasmo, querido George, aunque también creo que sería muy pretencioso de mi parte bautizar estas erráticas líneas con el nombre de "poesía"...
Está Cien años de soledad contenido ahí adentro: el viento, los pasos de una mujer desnuda, la cama, el barco, las mariposas.
Y para mí tu mujer es Alejandra P., espiando por detrás de tu hombro estas líneas, con ese color fuego.
Saludos.
Creo que salta a la vista el inicio:
A los cambios de viento se les mira siempre con recelo
Notable.
Por lo tanto, recomiendo abreviar el título. Solamente:
Presagio
Saludos y hasta las más hueras nimiedades.
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