Sólo estoy en el umbral,
ahí donde tus ojos se bañan de lejanía
y las palabras que viertes escapan
sin mirar atrás,
creando posibilidades estériles, brillantes,
mundos iluminados por el desconocido fuego
de otra soledad.
Estoy solo en el umbral
y escucho las gotas del tiempo:
voces lentas, golpes suaves,
silenciosa insistencia.
¿Lo escuchas? ¿Lo presientes?
Viene sin prisas, agotando la distancia,
abriéndose paso entre la muchedumbre cotidiana,
regodeándose con una extraña agonía:
la espera del momento cumbre
en que la anhelada fusión
nacerá con el día.
la espera del momento cumbre
en que la anhelada fusión
nacerá con el día.
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