martes, 29 de enero de 2008

Insomnio o de la venganza



Anoche no pude conciliar el sueño. Cuando al fin recargué el perfil en la cama, después de un día minuciosamente sórdido, un olor sutil me forzó a encender la luz. Miré la almohada, la inhalé con vehemencia y entonces comprendí el castigo: me habías dejado tu olor en ella para conocer el significado del abandono.
Me levanté de un salto y olfateé todo lo que apareció ante mi vista: la bufanda de lana, mi zapato izquierdo, el cocodrilo de mimbre que colgaba de la pared… Tardé dos eternidades, pero ahora todas las cosas culpables de poseer tu aroma duermen en la oscuridad del armario. He decidido que allí se quedarán el tiempo necesario para que tu olor envejezca, para que se marchite y se pudra. Entonces, cuando no sea más que un pordiosero miserable, le abriré las puertas del armario y lo obligaré, a punta de empujones, a salir a la luz del sol. Y vagará lastimosamente por el mundo hasta el día en que por fin lo encuentres.
Sólo así sabrás que conmigo no se juega…

3 comentarios:

chica hindú dijo...

A menudo no puedo conciliar el sueño, quizá porque hay olores y presencias fantasmales que gusrdo en el armario pero se empeñan en salir..Aún así en el alba espero la melodía del sueño

Víctor Sampayo dijo...

Una gratísima sorpresa encontrarte por aquí, chica hindú, en un texto que según los estándares de la red está relativamente caduco. Y también es una lástima que no pude encontrar alguna otra manera de agradecerte la lectura que comentar aquí mismo. Sin embargo, te agradezco igual y espero seguirte viendo por aquí. Un abrazo.

Luviana Re dijo...

Definitiva como un mármol
entristecerá tu ausencia otras tardes.
Despedida, Jorge Luis Borges.